martes, 23 de septiembre de 2014

OLORES

Hoy me he levantado, y como cada día he  abierto las ventanas de casa, y al abrir la de mi habitación me ha llegado un denso aroma de tiempos muy muy lejanos, de mi niñez y adolescencia, de cuando iba en verano al caserío de mis abuelos, por parte de mi padre, estaba en la ventana y cerré los ojos, para poder captar al máximo el olor que me llegaba, a hierba recién cortada, a los árboles moviéndose por el viento y trayéndome ese olor especial de cuando era pequeña, a pan recién hecho por mi abuela, a leche recién ordeñada, café, y no se cuantos olores mas han llegado hasta mi nariz, una nariz acostumbrada al  mal olor que dejan los coches, el humo, y la contaminación.

He retrocedido varias décadas atrás, y me he solazado con todo lo que impregnaba mi vida allí, era una vida sencilla, tranquila, sosegada, sin problemas. Recuerdo a mis primos, recuerdo como jugábamos, el caserío tenía dos plantas y el pajar arriba, abajo estaban la sala, y la cocina, toda la vida se hacía ahí, era muy grande, con dos mesas, una amplia para los mayores, y otra pequeña para nosotros los niños, y había una gran Chimenea, me encantaba estar allí, pegada a la chimenea, de allí también salían olores muy ricos de comida, por que muchas cosas mi abuela las preparaba ahí. Las habitaciones estaban arriba, y desde el pajar mas arriba todavía saltábamos mis primos y yo jugando.

Teníamos un columpio fuera por el que había que guardar orden para columpiarse en el, era maravilloso, estar columpiándote y ver de frente los pinos, altos y elegantes, moviendo sus hojas al unisono del aire, recuerdo también que a mi me gustaban los días grises, salia afuera, y contemplaba las montañas, tan bellas con su verde, cubriéndolas la bruma, una nieblina muy sutil que hacia que todo pareciera Mágico, y a lo lejos como pinceladas, algún que otro caserío.

No se, echo de menos algunas veces el vivir allí, como digo era un vida sencilla, sin complicaciones, que luego te da la edad, eso es lo malo, que mi recuerdo era de niña y adolescente, cuando tienes toda la vida por delante, cuando sueñas que has soñado, y cuando todo te parece que no tiene importancia, solo Vivir, pero luego se complica el vivir, a mi desde luego mucho, y a veces tienes como un peso encima que te impide caminar, y piensas en todos los que tienes a tu alrededor y por ellos sigues caminando, piedra a piedra, trozo a trozo.

Pero aún así y todo, me queda el recuerdo de aquello que viví, otros igual no tienen algo así en su memoria, el caserío con su chimenea y el fuego crepitando, el olor del pan recién hecho, y un columpio desde el que se ven los pinos altos y elegantes, moviendo sus hojas al unisono del aire. 

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